De albatros, poetas y soñadores

on domingo, 25 de julio de 2010
Hace ya algo de tiempo hice un test en un sitio que ya no existe que tenía por título "¿Qué tipo de ave eres?". La respuesta que obtuve fue «albatros». Al parecer relacionaba al ave con los soñadores y gente por el estilo. Siempre me pregunté por qué, siendo que también había escuchado a los Pink Floyd describir el hecho que ilustra la imagen (Overhead the albatross hangs motionless upon the air [...]), y también que son aves que suelen seguir a los barcos. ¿Será que ahí resida la analogía entre soñadores y estas aves marinas? Esos soñadores, que siguen empresas ciegamente sin saber a donde los llevarán y sin importarles las consecuencias, como los albatros a los barcos. El mismo Baudelaire nos habla de algo parecido en su poema que lleva el nombre del ave, quien las compara con los poetas, quienes son también, en el fondo, soñadores:

Suelen, por divertirse, los mozos marineros
cazar albatros, grandes pájaros de los mares
que siguen lentamente, indolentes viajeros,
el barco, que navega sobre abismos y azares.

Apenas los arrojan allí sobre cubierta,
príncipes del azul, torpes y avergonzados,
el ala grande y blanca aflojan como muerta
y la dejan, cual remos, caer a sus costados.

¡Que débil y que inútil ahora el viajero alado!
Él, antes tan hermoso, ¡qué grotesco en el suelo!
Con su pipa uno de ellos el pico le ha quemado,
otro imita, renqueando, del inválido el vuelo.

El poeta es igual... allá arriba, en la altura,
¡qué importan flechas, rayos, tempestad desatada!
Desterrado en el mundo, concluyó la aventura:
¡sus alas de gigante no le sirven de nada!

¿Qué soñarán los albatros mientras surcan el cielo? ¿Llevarán consigo todos aquéllos sueños que no pudieron ser alcanzados, o por el contrario, en sus sueños se gestan aquéllos de los soñadores por venir?

Maldita TDA

on viernes, 23 de julio de 2010
¡Qué poca fuerza de voluntad tengo! Las vacaciones sirven para muchas cosas, y en mi caso una de ellas es ver cómo mis defectos salen a la luz cuales extremidades abominables con pelos y deformes... esperen, esos son mis brazos y piernas. No me gusta estar confinado en mi habitación las 24 horas del día, pero tampoco me esfuerzo mucho en salir de ella. Quiero intentar algunas cosas nuevas, pero en cambio me quedo observando lo que sucede en Twitter y leyendo mis feeds. Hoy ni siquiera pude leer más de media hora. Puedo leer durante todo el trayecto de aquí a mi lugar el trabajo. Creo que el secreto es alejarme de Penny. O de cualquier computadora. ¡Demonios, la Web consume mi vida! Alimenta mi distracción, ya que cuando no contaba con conexión a internet era cuando leía de 20 a 50 libros por año... bueno, bueno, lo de 50 sólo lo logré una vez (ojalá todos los libros que leyera se añadieran a mi biblioteca mágicamente). ¿Entonces qué título debería ponerle a esta entrada? Espero que nada que suene cursi como en esas revistas donde señoras cincuentonas que no saben adjuntar un archivo a un e-mail hablan sobre cómo nos volvemos más antisociales gracias a la Web. ¿En serio? ¿Entonces la mensajería instantánea y las redes sociales en realidad crean gente ficticia y hacen que la fantasía vaya más allá a tal grado que sea la gente que vemos en la escuela o el trabajo todos los días? Están celosas, yo lo sé.

Penny, no te enojes, siempre me has dado felicidad, pero debo visitar otros mundos.

Cien días de aburrimiento / El tragadulces

on martes, 6 de julio de 2010
Así pintan mis vacaciones a menos de que alguien llegue a hacer todo más interesante. El semestre acabó sin muchos contratiempos y el trabajo va por el mismo camino. En general, me de dedicado a recargar baterías mientras disfruto del Mundial, a pesar de que comparto características con algunas baterías: me descargo más rápido con el calor. Últimamente busco música más alegre, me la paso pensando en cómo entretenerme sin meterme con el trabajo. Ayer intenté hacer una base para laptop de cartón que vi en un sitio, pero un detallito hizo que no quedara bien. Hay muchas tentaciones en mi cuarto como para leer tranquilo, así que creo que iré por las tardes al malecón o algún parque, y de paso entrar a la fototeca y a ver qué actividades culturales habrá próximamente. Sí, creo que eso haré. La verdad cada vez me siento más como el intelectual solitario en incomprendido que pasa por un slump de ideas (¿intelectual, yo?) y no puede unir más de 3 oraciones coherentes respecto a algo. Y es que eso es lo que me sucede, todo lo que escribo sale bastante cheesy (sin chiste, forzado) y si tuviera pinturas a la mano terminaría plasmando un desastre que circula dentro y fuera de mi cual uróboros, mientras permanezco suspendido en la atmósfera que crea mi hastío. Este soy yo tratando con la monotonía vacacional, aquélla que llega cada verano y que se esfuma con los primeros vientos del norte. Al menos sí estoy haciendo algo productivo: repasar francés. Ya me di cuenta de que mi oído no es tan malo, ahora falta la fluidez en el habla. No, no he dejado el japonés de lado. Debo aprovechar para unas tres lecciones por lo menos. Ah, y empecé alemán por mi cuenta. Y también me puse a leer de nuevo sobre náhuatl. Oh sí, el programador se dedica a estudiar idiomas, good for him. Mejor que se ponga a escribir código en lugar de entradas de blog con quejas, y a bajar la panza en lugar de tratar de hacerla más redonda involuntariamente. Mientras siga malabareando ideas y posibilidades no llegaré a ninguna parte, debo ponerme a trabajar. Con todo y paliacate amarrado a la cabeza, para no tener que secarme el sudor.