Extrañas sensaciones

on lunes, 15 de agosto de 2011
Por lo regular, puedo percatarme del latir de mi corazón. No es que tenga algún problema cardíaco y siempre tenga el corazón dando tumbos, sólo suelo darme cuenta. No es dramatismo. Dramatismo será el hecho de que diga que ya no hay razón para que se ponga a dar dichos brincos. Una pista: es sobre la persona de la que trata la entrada anterior. Pero, dado que han pasado poco más de tres meses desde esa publicación, creo que viene a cuento dar una explicación breve de lo sucedido (aunque me tomaré la libertad de omitir ciertos detalles).

Para no hacerlo muy largo, digamos que mi temor inicial, el mayor, si no es que el único auténtico, se materializó. Estos es, terminar decepcionándola. Y justo por eso no podría ser más doloroso. El único pensamiento que reside en mi mente es que soy tan malo que ni para la persona que siempre había esperado soy bueno. Dramatismo, dramatismo del bueno. En este momento, mi corazón pareció darse cuenta y dio señales de vida: una punzada muy leve. Me faltó iniciativa, ser más detallista, más locura...

Sensaciones extrañas. En mi brazo izquierdo siento como si me hubieran quitado algo. Eso deben sentir los siameses cuando los separan. Sensaciones extrañas que me albergan, habitan, se vuelven a hacer presentes. No es que las reciba con agrado, hola cómo has estado, pasa, quédate todo el tiempo que quieras. ¿Qué pasó con las otras sensaciones, esas que muestran lo mejor de mí? Vuelven a confinarse en un cuarto oscuro, atemorizadas por un celador implacable cuando osan asomarse.

La luna observó todo el proceso, para mostrarse plena el día del clímax. Tal vez para asegurarse de que todo hubiera ido tranquilo. Quisiera tirar mi teléfono.

¿Me quieres? ¿Me amas? No sigas con esto. Anda, desde cero. Como ese primer reply en Twitter. Como cuando descubrí que tarareaba "L'eclipse". Como cuando de repente hubo significado en tantas cosas más. ¿Te duele? ¿Me extrañas? Podría pensar que la respuesta es "no", pero... y si... Dices que ahorita no tienes ganas, no tienes tiempo, que es la edad. Dices. Mientras, yo sigo diciendo lo mismo. Sigo viajando entre constelaciones gracias a ti. Pero te cansaste de eso. Te cansaste de la flor entre mis palabras.

Extrañas, pero conocidas sensaciones. No las quiero. Sólo te quiero a ti.

oh you

on jueves, 5 de mayo de 2011

¿Que qué? ¿Que estoy escribiendo en el blog? Todos vengan, vengan, ¡esto es algo inusual! Porque después de cinco meses me estoy sentando a escribir en este sitio que cada vez queda más olvidado, y lo peor de todo es que yo contribuyo a ello. El resumen informativo: cumplí 21 años, cumplí 7 meses de estar con la chica a la que amo, el semestre ha transcurrido mejor de lo que pensaba, el lunes tengo programada una cirugía para quitarme una hernia en el ombligo, el clima sigue estando realmente inestable... Puedo decir que todo está como miel sobre hojuelas, pero como no me gusta comerme la miel, diré que está como totopo para frijoles refritos. ¿Ya les conté que estoy a dieta? No, no lo creo. Es una dieta tan estricta que lo único que provoca es que coma más y se me antojen desesperadamente las cosas que se supone que no debo de comer. Tal vez fue plan con maña, con eso del aumento del apetito. Pero todos estaremos de acuerdo en que un batido de leche con avena y nuez no es un desayuno ni entero ni ideal. Estoy haciendo mi trabajo no comprando productos Bimbo ni Sabritas ni Coca-Cola ni Pepsi, así que eso debe ayudarme en al
go. ¿Las vacaciones, dicen? Aburridísimas, durante dos semanas deseé que volvieran las semanas santas de mi niñez, sólo superado por el deseo que tenía de que mi suegra no hubiera secuestrado a su hija y se la hubiera llevado dos semanas a la riviera maya. Sí, si pudiera definir mis noches en ese periodo, se llamarían... no sé, algo que tenga que ver con fugarse a Cancún. Entonces, pueden decir que he sido un buen niño estos cinco meses. He hecho mi tarea (buena parte de ella) y he potenciado mi amor por @annamahe. Sí, la razón principal de mí felicidad. Es que... ¡nomás miren!



¿A poco no son hermosos sus ojos? ... ¡No los escucho! Ah, bien, así me gusta. Y no sólo son sus ojos, es todo, absolutamente todo. Hasta pareciera que los pajaritos se ponen a gorjear "aaaaanaaaa". No, no soy un exagerado. Sólo... amoreux.

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Perdón, me quedé contemplando la foto. Por cierto: se vale traerme dulces el lunes, luego les digo qué habitación es 8). Y como estaré una semana sin ir a la escuela, tendré que sacrificarme y pasármela acostado haciendo la tarea que me encarguen. No, no fue sarcasmo, no quiero pasármela acostado, no ahorita. Cielos, qué mala imagen tienen de mí. Si yo ni flojo soy.

¿Proyectos? Sí, sigo organizando cosas, sólo que hace falta tiempo. Sumos, seguidores de línea y rutas de camiones siguen estando en el horizonte. Esperemos que llegue alguna idea brillante con todo eso.

¿Esto es todo? No lo creo. Verán que escucharán de mí más seguido, no se preocupen.

tl;dr aquí sigo y estoy feliz

Navidad y todo lo demás

on miércoles, 22 de diciembre de 2010



Ya hablaba yo acerca del espíritu navideño en la anterior ocasión, así que no penetraré en el tema nuevamente, al menos no tan profundo. En sí esta podría ser la típica entrada navideña, donde les diga que les deseo lo mejor y todas esas cosas que se dice la gente una a otra por estas fechas. ¿De veras tengo algún deseo hacia las personas, queridas y no queridas? Pensándolo bien, creo que sí, y no del tipo del común "pásala bien". Deseo que el viento les revuelva el cabello, así tengan mucho, poco o nada. Les deseo muchas lunas llenas, muchos atardeceres rojos, miles de amaneceres amarillos. Deseo que sientan el calor de la arena y el frío del agua del mar, la surada y el viento del norte. Muchas letras, muchos números, muchos acordes.

Les deseo el mundo y lo que va más allá. Felices fiestas.


Navidad y todo lo demás




Ya hablaba yo acerca del espíritu navideño en la anterior ocasión, así que no penetraré en el tema nuevamente, al menos no tan profundo. En sí esta podría ser la típica entrada navideña, donde les diga que les deseo lo mejor y todas esas cosas que se dice la gente una a otra por estas fechas. ¿De veras tengo algún deseo hacia las personas, queridas y no queridas? Pensándolo bien, creo que sí, y no del tipo del común "pásala bien". Deseo que el viento les revuelva el cabello, así tengan mucho, poco o nada. Les deseo muchas lunas llenas, muchos atardeceres rojos, miles de amaneceres amarillos. Deseo que sientan el calor de la arena y el frío del agua del mar, la surada y el viento del norte. Muchas letras, muchos números, muchos acordes.

Les deseo el mundo y lo que va más allá. Felices fiestas.


Yo no olvido al año viejo

on jueves, 16 de diciembre de 2010
¿Ya es invierno? Bueno, ya casi, pero al menos la temperatura ya es de veintitantos grados, lo que es suficiente para que los friolentos saquen sus sudaderas y se quejen del frío que hace. Diciembre sigue siendo mi mes favorito y el invierno mi estación predilecta después de tantos años, a pesar de ya no ser el niño que escribía cartas a personajes fantásticos y recibía regalos debajo de un árbol.

Sí, ya no soy aquél chiquillo, pero todas esas sensaciones permanecen dentro de mí (soy la nostalgia hecha humano) además de que las mandarinas, las ramas, los villancicos, las hojuelas que hace mi abuela y demás cosas hacen que diciembre y el invierno me envuelvan y lleven mi estado de ánimo a un nivel de más optimismo. Es espíritu navideño en toda la extensión de la palabra. Sin embargo, desde hace unos años, no sé en realidad cuándo empezó, comencé a experimentar cierto vacío, una especie de soledad y de incertidumbre hacia el futuro en las noches de navidad y de la víspera de año nuevo. No podía evitarlo, ni siquiera por estar rodeado de mi familia, ni siquiera por recibir esas felicitaciones los amigos a los que tanto aprecio. Siempre sentía que hacía falta algo; que el año se terminara hacía peor el sentimiento: el año se terminaba y yo dejaba algo importante a la deriva. El muñeco explosivo que representa a ese año que termina tronaba, estallaba y con cada estruendo me sentía peor; el tiempo malgastado se incineraba con aquél muñeco desgraciado y después el silencio y el aire frío, recordándome que la cuenta volvía a empezar y ya había perdido unos cuantos minutos. Hay quienes temen la llegada de su cumpleaños, yo temía la del año nuevo. Me sigue embargando esa sensación de extrañeza, como cuando me di cuenta de que al escribir la fecha en mis cuadernos le diría adiós al uno y a los nueves para dar la bienvenida al dos y a su banda de ceros.

Y sí, te diste cuenta, estuve narrando en pasado. Pretérito. Porque sé que esta navidad, esta víspera de año nuevo no experimentaré esas sensaciones. Sentiré el frío en mis manos y cruzaré mis brazos a falta otros a los cuales sostener, percibiré la distancia, pero sé con seguridad que soledad no sentiré. No esta vez. Por eso seguiré comiendo esas mandarinas y esas hojuelas, seguiré escuchando las ramas, oliendo los pinos, porque no lo haré por mi cuenta. Y precisamente la navidad toma todo un nuevo significado gracias a ti.

Que tus ojos brillen por siempre más que la estrella que seguían los magos de Oriente.