Adiós, vacaciones. Dos semanas muy buenas donde predominó el color azul turquesa, el aroma a campo y mis mareos recurrentes por no utilizar gafas. Mi espalda es la que menos quiere volver al ajetreo.
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Voy a cumplir 22 en cuatro días y hablo como si tuviera 52.
Por las noches sueño y me cuesta recordar qué.
Es difícil distinguir entre mis sentimientos y un plato de chilaquiles.
Por absurdo y trillado que suene.
Y simplemente no encuentro dónde dejar botado el lastre emocional.
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Creo que debí quedarme enterrado en esa playa y dejar que los cangrejos hurgaran mi nariz, mi boca y mis oídos.
//Los domingos pasan lentos y se terminan rápido.
//Y siempre con la misma desesperación.
//Y los lunes nos patean el culo y ríen.
Me he quedado sin cosas interesantes que decir.
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