Yamete

on jueves, 9 de julio de 2009
¡Mira, una de esas cosas donde rascas y ganas! A ver... dice "Mala suerte. Por favor, DEJE DE PARTICIPAR". Heme aquí, el pendejo más grande del mundo, en el punto más bajo al que ha caído. Con una cabeza que crea fantasías quiméricas y un corazón que las sigue, he llegado al fondo de todas las cosas estúpidas que he podido hacer. La esperanza es lo último en morir y ya ha muerto, esa antorcha que ilumina hasta donde la lleves, pero se acaba de consumir, estuvo encendida mucho tiempo sin que le alimentaran. La oscuridad y el frío son diferentes aquí, aquí no son mis amigos, aquí conspiran para arrinconarme y aplastarme con su peso, incitando el miedo y el terror. Intento subir, pero las piedras no ayudan, son muy lisas; alguien tendrá que lanzarme una cuerda, o poner una escalera muy grande. Miro hacia atrás, los 3 caminos que he recorrido. Ya no queda nada para mí en ninguno de ellos; dos están cerrados y uno está lleno de fieras y maleantes, además de que es fácil perderse. Walk away, Diego, walk away... sí, quizás eso debí hacer desde el principio, o nunca haber salido de ese camino que sigue con puertas abiertas, pero con un interior hostil. Corro, cada vez más rápido; mis piernas duelen, amenazan con desgarrarse, los músculos vociferan en su agonía, pero sigo corriendo, quiero alejarme de todo. "Sí, huye, huye como siempre lo haces, en lugar de afrontar las consecuencias de tus actos, huyes para que no terminen destruyéndote, como te mereces que te destruyan" dicen las criaturas que me ven pasar al miserable ente que soy. ¿Cuántas veces no he hecho ya ésto? ¿Que hay de diferente esta vez? En esta ocasión es definitivo, se siente en el aire, los vientos han cambiado, las nubes se alejan hacia otros rumbos. En frente de mí se extiende un desierto, de arena roja como el Sahara e igual de traicionero. Debo pasar un tiempo ahí, debo cruzarlo por mis propios medios. "Un guerrero sabe distinguir lo que es pasajero de lo que es definitivo"; hasta ahora no he sabido hacerlo, pero ya dije que esta vez todo es diferente. ¿Será que de todo lo que he hecho mal, lo peor ha sido quedarme con muchas cosas dentro? ¿Será que deba deshacerme del lastre y quedar vacío completamente? ¿Debería decir todo, aunque sea difícil o duela decirlo? Tantas preguntas, pocas respuestas, pero estas mismas debo encontrarlas en mí mismo, a mi alrededor. Grito; el lamento lastimero de quien sufre, de quien se encuentra perdido en su propio terreno, de quien ha sido excluído hasta de sí mismo. Con lágrimas en los ojos miro hacia el cielo, ahí está la luna llena, la que llegó con todo esto. Ya sé por qué algunos caballos mueren cuando hay luna llena. Mi lamento perfora el silencio, surca los aires, en espera de ser oído por alguien, para que venga y me recoja, y nos lleve lejos, lejos...

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