Hola mundo en el que vivo. Hola aquellos que habitan en él. Hoy para mí fue uno de esos días en los que todo estuvo en el lugar en el que debía estar, donde las cosas de dieron a su tiempo, en orden. Brinqué de nube en nube, observando todo lo que me rodeaba, una que otra nube gris, dejándome guiar por el susurro del viento. Después rompí la crisálida que representa la atmósfera para darle un vistazo a las estrellas, a la luna, a los demás astros. De entre la oscuridad total emergen colores conocidos y otros no tanto. Y de repente me encuentro aquí, acostado, escribiendo estas líneas, con Sigur Rós invadiendo mis oídos y mis demás sentidos, pensando en que a este día no le faltó ni le sobró nada, hubo de todo: dolor, alegría, satisfacción, enojo, paz, desesperación. Por fin tengo noticias, sólo me resta hacer todo por resanar la estructura, el pilar está quebradizo, debo actuar con delicadeza, con acierto, y con velocidad. En estos momentos soy albañil, haciendo la mayor reparación de su vida, talacha monumental. En minutos empezará un nuevo día, uno que me revelará cómo continuar en la hazaña.
Con la mezcla ya hecha, espátula en mano, me pongo en marcha. Porque más allá de las nubes, está ese lugar prometido.
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