Carta para Dios y para mí mismo I

on domingo, 26 de abril de 2009
Por qué me comunico de esta manera contigo, me preguntarás. Verás, siento que por medio de la escritura puedo expresarme de forma más directa y a la vez hacer uso de suposiciones si es que no encuentro las palabras adecuadas.

Estoy bastante contento por haber vuelto a platicar contigo, sabes por qué lo hice y sé que no te importa, lo que te interesa es que regresé, y tal vez sea para quedarme. Digo "tal vez" porque a pesar de que según tú lo sabes todo, creo que nada está escrito en absoluto y cada quién es dueño de lo que sucede en su existencia, por lo que todo puede pasar, y una de esas cosas es que deje de hablar contigo de nueva cuenta. Sabes que nos llevamos pesado, nos jugamos bromas en las que hay que aguantarse, pero has probado ser más brusco que de costumbre en algunas ocasiones, y eso es lo que me ha llevado a molestarme contigo. Pero de nuevo, no te echo la culpa, mi frustración recae en la de todos los humanos: sabemos que por algo haces las cosas, pero nos morimos por saber la razón de ello, y confiamos (casi siempre ciegamente) en que haces lo correcto.

Me conoces bien, por lo que sabes que nunca confiaré ciegamente en ti, y que nunca me iré a meter a tu supuesta casa. Si me tuviera que meter en alguna religión, sería con los judíos. Claro, eso significaría que ya no podría comer muchas cosas que me gustan, pero es una religión bastante entretenida, y sus costumbres me llaman la atención. Además siento que son los que de veras te entienden. No creas que tengo algo en contra de tu hijo, de hecho me cae bien, fue un hippie revolucionario con un mensaje de paz y amor, lástima que los interesados de sus "seguidores" lo convirtieron en el emblema de una religión e hicieron de ustedes dos la franquicia más rentable de la historia.

Gracias por la racha de buena fortuna que se ha prolongado bastante tiempo. Pero en lo que más concentrado estaba me dijiste "hey, no tan rápido. Toma esta salida por ahora" y, como dije anteriormente, espero que haya sido por una buena razón. Quiero que sepas que agradezco mucho todo lo que me has dado, todo ello ha sido en el momento indicado, sólo que todo ha sido por periodos cortos de tiempo. Aun así, lo he disfrutado al máximo. He aprendido a no sentir más arrepentimiento, porque me he dado cuenta de que no tengo nada en sí de qué arrepentirme. Todo lo que he hecho lo he hecho con la pasión que me caracteriza, y lo que no hice fue porque sentí que no era necesario hacerlo. Si me equivoqué, no soy el único. Sólo queda seguir caminando.

Ahora te pido que me ayudes a combatir la falta de ánimo y que me envíes una motivación, algún aderezo a la ya de por sí sabrosa existencia mía, de la cual trato de paladear cada bocado. Y si ya me lo enviaste, dime alguna pista, alguna señal, para encontrarla más rápido. Al mismo tiempo, trato de concentrarme en mis planes a largo plazo, disfrutando del momento. Y estoy seguro de que me ayudarás.

Espero no haberte quitado mucho tiempo, pero ten por seguro que más de éstas cartas llegarán.

Hasta entonces y hasta siempre...

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